miércoles, 4 de noviembre de 2020

LA MUJER DEL SITAR

 Sita estaba entusiasmada viendo como en el rostro de su padre se reflejaba la felicidad. Había pasado por la orfebrería y, con lo que había conseguido ahorrar en las últimas semanas con su rickshaw, había comprado una pequeña copa de plata para así, aumentar la dote de su hija y que esta pudiese casarse sin problemas.

salió corriendo de su humilde hogar para reunirse con su prometido y enseñarle la nueva adquisición para su ajuar pero, de pronto el cielo comenzó a oscurecerse, lo que indicaba que el monzón estaba a punto de llegar. Corrió hacia su casa pues, tenía que prepararse para la inminente llegada de este.

El monzón llegó y no tuvo piedad con la aldea. El viento y la lluvia la azotaron sin piedad, provocando inundaciones y una devastación total en aquella humilde aldea, lo que provocó una gran cantidad de pérdidas, tanto en vidas como en bienes materiales.

Cuando, por fin el monzón pasó, Sita, junto con su familia, pudieron ver lo que habían perdido. Por fortuna, todos estaban bien y su casa, aunque con graves daños, todavía se mantenía en pie, pero el rickshow de su padre, su único medio de subsistencia, había quedado destrozado, lo que significaba que la familia había quedado sin recursos, condenándolos a la miseria total.

Sita entonces comprendió lo que esto significaba para ella; para su padre no solo sería imposible mantener a su familia, sino que tampoco seria capaz de aumentar la dote de Sita, incluso tendría que vender todo lo que había conseguido reunir con el esfuerzo de muchos años, para así conseguir recursos para alimentar a su familia, pero eso significaba que esta perdería su dote y sin ella, seria imposible poder mantener su compromiso, ni siquiera poder casarse algún día.

Con todas sus esperanzas perdidas, Sita comenzó a andar sin rumbo fijo, alejándose de la devastación que la rodeaba y sus pasos la llevaron hasta una zona montañosa que se extendía cerca de su aldea donde, de pequeña, jugaba con sus hermanos y amigos.

Aquellas montañas estaban plagadas de cuevas Una leyenda contaba que entre esas cuevas, estaba la entrada al mundo de los dioses y que esa entrada estaba custodiada por un guardián, que la protegía de la visita de intrusos, pero ella había jugado allí  desde pequeña y había entrado y salido de cada una de esas cuevas y nunca había encontrado en ellas nada extraño y mucho menos mágico o sobrenatural.

Una vez allí, se sentó a descansar sobre una piedra .De repente escuchó algo extraño. Hasta sus oídos llego una especie de extraña melodía que no pudo reconocer. Decidió seguir aquel sonido y descubrir de donde venía, descubriendo la entrada de una cueva que le pareció peculiar. No la reconocía y no le era para nada familiar y decidió entrar en ella para calmar su curiosidad, pues se dio cuenta de que aquella música venía de dentro de la cueva.

Cuando entró en ella, su sorpresa fue mayúscula. La cueva se abría en un gran salón donde, al fondo, una hermosa mujer, vestida con lujosas ropas y joyas, estaba sentada sobre una piedra, cubierta de riquísimas telas, tocaba un sitar, del cual arrancaba las maravillosas notas de aquella extraña canción, que había escuchado momentos antes y rodeándola, había una serie de extrañas flores que brillaban, iluminado la estancia y que al sonido de aquel maravilloso instrumento, refulgían, convirtiendo aquella cueva en un ascua de luz.

Sita miraba aquello maravillada. Sorprendida no pudo pronunciar palabra, entonces la mujer dejó de tocar el instrumento que sostenía entre sus manos y se dirigió su mirada hacia la joven.

-¿Que deseas?- le preguntó - Si has llegado hasta aquí, es porque tu corazón anhela algo con tanta fuerza, que los hados te han traído hasta mi. Haz tu petición.

Sita, por fin pudo articular palabra y preguntó:

-¿Quien eres?

-Soy la mujer del sitar y tengo la facultad de conceder a los hombres aquello que mas desean ¿Qué deseas tú?

-No deseo nada para mi - le contestó Sita.

-Pero si para otros - dijo la mujer - Puedo concedértelo pero ¿Qué me darás a cambio?

-No tengo nada que ofrecerte, al menos, nada de valor.

-Seguro que si. Dimes lo que deseas y ya te pediré a cambio algo acorde con lo que me pidas.

La joven contó a la mujer cual era su deseo. Le comentó los estragos que el monzón había causado en su aldea, como había acabado esta, como había acabado con la vida y las ilusiones de muchas familias y le contó su deseo. Deseaba que el tiempo pudiera volver atrás, que el monzón hubiera pasado de largo, hubiese respetado la aldea y que todo fuese como antes.

-Todo el que viene aquí me pide riquezas y poder. Tú eres la primera persona  que no me pides nada para ti solo para los demás. Pides el bien para tu aldea y para todos los que conoces, asegurando su bienestar y prosperidad. Te concedo lo que me pides y a cambio solo te pediré una flor. La joven salió de la cueva y buscó por aquellos parajes una flor, con la que cumplir su pago a la mujer. Le fue difícil pero consiguió encontrarla. se la llevó a la mujer y esta la colocó junto a las demás que adornaban su trono. La flor comenzó a refulgir como las demás.

-Te concedo tu deseo - le dijo.

La joven despertó. se había quedado dormida sobre aquella roca, cansada después de tanto caminar. Se levantó y se dirigió hacia su hogar con tristeza, recordando la devastación a la que tendría que enfrentarse de nuevo. Pero cual sería su sorpresa cuando, al llegar a la aldea, la encontró en pie, como si nada hubiera pasado, como si el monzón  y su devastación solo hubiese sido un mal sueño. Sus vecinos seguían con sus vidas como siempre. 

Vio como su padre llegaba de la ciudad arrastrando su rickshow y la buscaba con la mirada . Se acercó a ella y extrajo de su dhoti una pequeña cucharilla de plata:

-Hoy he tenido un buen día. He tenido buenas propinas -Sita se abrazó a su padre inmensamente feliz.

Al cabo de algunos meses, Sita junto a su familia, se desplazó a la ciudad para dar gracias a los dioses por su protección frente al monzón. Al entrar en el templo, Sita vio por primera vez las imágenes que representaban a los dioses y se quedó impresionada por su belleza, pero su sorpresa fue mayúscula cuando sus ojos se posaron sobre la imagen de Shiva, pues en ella reconoció a la mujer del sitar.

Mari Carmen Fernández González.        4 - 11 - 2020




viernes, 25 de septiembre de 2020

LA DUEÑA DE MI CORAZÓN

 Y allí estaba. alegre y feliz al fin. Su cabello brillando al sol. Sonreía y jugaba con sus sobrinos como si nada hubiese pasado, como si aquellos años que había pasado postrada en cama, disfrutando de la vida solamente a través de la ventana de su habitación, nunca hubiese existido. Por fin era una persona totalmente despreocupada y feliz.

Y sobre todo sana. Su vida hasta ahora no había sido fácil. Había estado marcada por la enfermedad y yo había sido testigo de ello.

Viví desde la distancia como su cuerpo se iba deteriorando poco a poco y como su vida se convertía en una rutina de visitas al médico y reposo.

Necesitaba un corazón y lo necesitaba con urgencia. El suyo, posiblemente de tanto amor como ofrecía, estaba cansado y no funcionaba bien ya pesar de su juventud, vivía una vida retirada y gris, pues su estado no le permitía vivir la vida que necesitaba y merecía.

Para mí era una verdadera tortura verla así. Nos conocíamos casi desde que éramos niños y desde el primer momento, entre nosotros se estableció un fuerte vínculo que llegó a hacerse irrompible y que, por mi parte, llegó a convertirse en un profundo amor, aunque ella nunca llegó a saberlo.

Pero el destino nos tenía algo preparado que ninguno de los dos podríamos imaginar. Este nos uniría para siempre cuando, hace unos meses, mi vida dio un vuelco inesperado.

De vuelta de mi trabajo hacia casa, mi automóvil se paró de repente en mitad de la carretera. Era imposible conseguir que arrancase de nuevo, por mas que lo intentase. Decidí salir del coche y mirar en el motor para ver si veía en él algo extraño, aunque mis nociones de mecánica son bastante limitadas. Me apee del automóvil y de repente, todo mi mundo se volvió del revés. Una fuerte luz me cegó seguida de un golpe sordo. El tiempo parecía pasar muy lentamente y toda mi vida se mostraba ante mis ojos.

Ruido de sirenas, caos y dolor. Luces y caras extrañas me rodeaban hasta que de momento, todo se convirtió en oscuridad y paz.

Hoy estoy aquí, viendo como la mujer a la que amo y amaré siempre, vive sana y feliz, una vida a la que siempre tuvo derecho y de la que nunca pudo disfrutar, gracias a una parte de m ser, a un trozo de mi que ha permitido su libertad y su felicidad. Ha sido mi último regalo y hoy por fin puedo decir que ella verdaderamente es la dueña de mi corazón.


Mari Carmen Fernández Gonzáles              26 - 9 -2020







martes, 8 de septiembre de 2020

BALCONES DE CÁDIZ

A través de sus balcones,podemos hacer un recorrido por la historia de Cádiz. Podemos encontrar balcones de estilo barroco,neoclásico o contemporáneo, sin olvidar el estilo modernista.
Algunos de estos balcones son de gran originalidad, como por ejemplo aquellos que presentan en la parte inferior de sus herrajes, una especie de curva semicircular,que sobresale hacia delante, en la estructura del propio balcón. Esta estructura tan curiosa que presentan estos balcones, tenían como finalidad, el hacer más fácil y cómodo a las señoras asomarse a ellos pues, en la época en la que se utilizaban este tipo de herrajes, las señoras usaban miriñaques en sus faldas, lo que les impedía poder asomarse a ellos sin dificultad.
En los balcones cerrados, también llamados en Cádiz "cierros", el diseño y la originalidad son patentes. Esto se enfatizaba con el uso de cristales de colores que aumentaban la belleza de dichos cerramientos.
En estos balcones cerrados o cierros, podemos encontrar ejemplos de balcones con ángulos de gran complejidad de factura en esta época, que permitían ampliar el ángulo de visión, dotando de cristal el lateral de dichos cerramientos.




viernes, 4 de septiembre de 2020

LA CASA DEL PIRATA

Cuenta la leyenda que una vez en Cádiz una pareja que, a pesar del amor que se tenían, su unión parecía imposible, a causa de la falta de fondos que no les permitían contraer matrimonio.
Por este motivo, el novio decidió embarcar hacia las Américas para así hacer fortuna, prometíéndole a su amada volver tan  rico,  que la cubrirla de oro de la cabeza a los pies.
La joven novia esperaba el regreso de su enamorado día tras día hasta que un aciago día, llegó la noticia de que el barco en el que navegaba su enamorado, había naufragado y que se le daba por muerto, pero ella nunca perdió la esperanza y seguía esperando a que cumpliera su promesa.
Pasado algún tiempo, el joven volvió rico, tal y como había prometido. Le contó a su esposa como el barco en el que iba, había naufragado, que él se había salvado, llegando a una isla y que había hecho su fortuna mediante la piratería. También le dijo que tenía más riquezas guardadas en la isla donde había llegado tras su naufragio y que tenía pensado volver para recuperarlas.
Su esposa, temerosa de que la historia pudiera volver a repetirse, le rogó que no volviera a embarcarse.
Pero el marido echaba de menos la vida en el mar y por ello su esposa, mandó construir una casa semejante a un galeón y con una torre mirador que le permitiese ver el mar.
Pero ella murió y el esposo decidió cumplir su promesa y la enterró dentro de la casa, cubierta de oro.
La noticia se extendió por Cádiz, llegando a oídos de un par de ladronzuelos que, cegados por el brillo del oro, decidieron entrar en la casa y profanar la tumba de la mujer para saquear el oro que, en teoría, se encontraba en ella. El marido descubrió a los dos rateros y los mató allí mismo.
Detrás de la leyenda, encontramos la historia de este edificio.
Este edificio fue mandado a construir por un comerciante rico del S XVIII.. De estilo isabelino, su interior está decorado de manera que asemeja un galeón, destacando su extraordinaria escalera, por las que se accede a las torres mirador, además de el impresionante techo, situado en el salón de baile, realizado por Albarzuza, autor también del mural que cubre el techo del Gran Teatro Falla.



martes, 1 de septiembre de 2020

EL PETIRROJO

Trastabillando entre las rocas Gabriel, mas conocido como el Petirrojo, corría a duras penas por la playa junto a sus compañeros, intentando salvar la mayor parte del contrabando que habían desembarcado, antes de que la patrulla costera los descubriesen y tuvieran que huir.
Habían recogido prácticamente la totalidad del cargamento cuando, en la noche, se oyó la señal del vigía que les avisaba de que la guardia se acercaba y que había que desaparecer. No había tiempo, si la guardia los apresaba, no solo perderían el cargamento, sino que también se enfrentarían a una pena de cárcel, que ninguno estaba dispuesto a asumir.
Corrieron hacia los acantilados para alejarse de la playa lo más pronto posible, pero ya era inútil. La guardia apareció rápidamente, consiguiendo apresar a casi todos. Entre los que pudieron ponerse a salvo, se encontraba el Petirrojo.
Corrió hacia los acantilados e intentó ponerse a salvo escalando por ellos, pero era imposible, eran demasiado escarpados.
Decidió buscar refugio entre las rocas y descubrió una pequeña cueva que se abría dentro del acantilado y no se lo pensó dos veces. La cueva era un buen refugio, pues estaba camuflada entre las rocas y no era visible desde la playa. Desde allí, el contrabandista pudo ver como sus compañeros eran apresados por la guardia y esto le llenó de rabia y dolor.
Abatido, se alejó de la entrada de la cueva y miró a su alrededor. su refugio consistía en una cavidad estrecha, que se abría en una especie de sala, donde había un lago, que cubría casi la totalidad del suelo de la cueva y estaba bañada por una luz extraña, que le daba a ese lugar un aspecto casi irreal, pero que lo llenaba de una sensación de paz y armonía que era incapaz de describir.
Se adentró en aquella caverna, pues sabía que tendría que pasar la noche allí, ya que la guardia costera seguiría en la playa y, seguramente, seguirían buscándolo, por lo tanto, intentaría pasar la noche lo más cómodamente posible y esperar a la mañana siguiente para poder escabullirse sin ser visto.
Se sentó en la zona arenosa que se extendía a lo largo de la orilla de aquel lago y se dispuso a descansar, entonces algo le sobresaltó. Había alguien mas en aquella cueva. Sus sentidos, acostumbrados a mantenerse alerta, le avisaron de que podía haber algún peligro. Buscó con mirada a su alrededor y descubrió, junto a unas rocas, la imagen de una mujer .
Era una mujer joven y muy bella. No parecía ni sorprendida ni asustada por su presencia y daba la sensación de que había hecho de aquella cueva su hogar.
El petirrojo extrañado, se acercó a ella y le preguntó quien era ella y que hacia en aquella cueva.
La joven le contestó que aquel era su hogar desde hacia bastante tiempo , que en algún momento, buscó refugio en aquella cueva, quedando atrapada por la marea y no pudo salir.
- ¿Cuanto tiempo llevas aquí? -le preguntó el Petirrojo.
-Mucho- contestó la joven.
-Pero ¿por que no has intentado salir cuando bajó la marea?- volvió a preguntar el Petirrojo.
-Porque no necesito que la marea esté baja. Necesito que la marea esté alta para poder salir. Pertenezco al mar y solo él puede liberarme.
Le explicó entonces que era una ninfa del mar y como una tormenta la había arrastrado hacia esas costas y que había encontrado refugio en aquella cueva bajo el mar, hasta que la tormenta pasara pero, una vez que esta pasó, el mar se retiró dejando la cueva al descubierto y a ella varada en aquella cueva sin posibilidad de salir y que hubiese muerto si no hubiera sido por el lago de agua salada que allí se formaba,
El contrabandista escuchó su historia y no daba crédito ¿una ninfa del mar? ¿allí en una cueva y aislada de su elemento? . era algo que no podía creer. Seguramente aquella joven estaba burlándose de él pero ¿por que razón? y ¿que hacia ella allí?. Estaba distraído en esos pensamientos cuando de pronto sintió un chapoteo, miró hacia el estanque y vio que la joven se había metido en el agua y su sorpresa fue mayúscula al descubrir que el cuerpo de la joven brillaba en el agua y que se volvía casi transparente. Parecía diluirse y volverse uno con el agua de mar que cubría el suelo de aquella extraña caverna.
-¿Quien eres?- preguntó intentando entender lo que estaba ocurriendo.
-Ya te lo dije. Soy una ninfa del mar pero tú no quisiste creerme.
Por fin el Petirrojo tuvo que rendirse a la evidencia y aceptar que lo que aquella joven le había contado era cierto.
Pasó la noche, la mañana y al tarde del día siguiente y el Petirrojo seguía en la cueva , no podía salir de ella o, mejor dicho, no podía escapar de ella pues la imagen y el misterio de aquella mujer le había hechizado y se sentía incapaz de separarse de ella. Se había enamorado perdidamente y ni nada ni nadie habria podido arrancarlo de aquel lugar, ni siquiera el contrabando por el que tanto se había arriesgado y que permanecía abandonado en la entrada de aquella cueva.
Pero aquella noche su enamorada le comunicó algo que cambiaría su futuro para siempre.
-Hoy es un día especial. La marea subirá bastante y llegará hasta el nivel de esta cueva que se inundará y eso me permitirá salir de aquí y volver con los míos. Deberías irte pues si te quedas, esa inundación podría ser tu final.

El joven contrabandista sintió que su corazón se desgarraba. Por primera vez fue consciente de que le amor que sentía por aquel ser era algo imposible pues, aunque intuía que aquel amor no tenía futuro , nunca quiso aceptarlo, pero ahora la realidad le golpeaba con fuerza.
_ No quiero separarme de tí. Te amo y me gustaría pasar el resto de mi vida contigo. se que no es posible pero aun así, haría todo lo que fuese necesario para conseguirlo.
-¿De verdad que harías todo lo que fuese necesario para conseguirlo? Si tanto lo deseas hay una posibilidad pero tendrías que renunciar a todo lo que tienes y a todo lo que eres.
- No me importar.Haría  todo lo que fuese necesario par conservarte a mi lado.
-Entonces, cuando suba la marea vendrás conmigo y atravesaremos el mar hasta llegar a mi mundo.
La marea fue subiendo y, poco apoco,fue inundando aquella cueva.
El agua fue cubriendo el cuerpo de los dos amantes hasta que quedaron totalmente sumergidos en ella. La joven cogió la mano de su amado y comenzó a nadar, arrastrando el cuerpo de su amado fuera de la cueva e internándose en el mar. El Petirrojo notaba como el mar se convertía en su mundo, se sentía ligero formando parte de él y junto a su amada, nadaron hasta lo más profundo del mar.
Después de varios días de una búsqueda infructuosa,tanto del Petirrojo como del cargamento de contrabando, la guardia costera abandonó la búsqueda, puesto que se esperaba una fuerte marea que inundaría la playa en pocos días. Cuando la marea pasó, volvieron a la playa, descubriendo una serie de bultos, que la marea habia sacado de lo que parecía una cueva oculta entre las rocas.
Decidieron entrar en ella y descubrieron dentro el resto del alijo del Petirrojo y algo más; al fondo de la cueva estaba el cuerpo del Petirrojo sobre el suelo arenoso.

Mari Carmen Fernández González       1- 9 2020


miércoles, 19 de agosto de 2020

LOS OJOS DE UN SUEÑO

No fue una noche como las demás. llevaba casi dos meses viviendo en aquella casa y, aunque los vecinos me avisaron de que en ella ocurrían cosas extrañas, yo no les hacía caso, pues no estaba dispuesta a renunciar a mi herencia a causa de las supersticiones de los vecinos y, de hecho , desde que vivía allí, no había ocurrido nada extraño ni que demostrase que la casa estuviese "encantada" como alguno de ellos me había dejado entrever, pero aquella noche fue diferente.
Como todos los días, llegué a casa tras una  jornada de trabajo que había sido especialmente dura. Cansada, decidí acostarme temprano. Así lo hice y enseguida caí en un sueño profundo que yo pensaba seria reparador, pero no fue así.
A media noche, algo me despertó y me senté en la cama sobresaltada. Entre sueños, había oído un ruido extraño y tan fuerte que había conseguido despertarme y que no pude identificar. No era un ruido propio de una casa como aquella, vieja y algo apartada, sino otra cosa, era un ruido fuerte, salvaje como de alguien o algo que quisiera salir de un lugar oculto y que no pudiera hacerlo. Deseché la idea y me dispuse a dormir de nuevo.
Abrí los ojos y sentí que no estaba sola. Me senté en la cama y miré hacia el sillón que había bajo mi ventana. allí, iluminado por la escasa luz que entraba a través de la ventana, pude ver la silueta de alguien a quien no podía distinguir con claridad.
Parpadeé para aclarar mi visión pero fue inútil, la imagen seguía estando tan difusa como antes. No podía distinguir quien estaba junto a mi ventana, ni siquiera si era hombre o mujer, pero algo me decía que aquello no era un ser real o, al menos, ya no, que ahora solo era una sombra de lo que fue. entonces aquella sombra pareció moverse y dirigió su mirada hacia mi. Un sudor frió corrió por mi espalda y me quedé paralizada por el temor; aquella figura me miraba, me miraba con unos ojos brillantes y fieros de una mirada tan intensa que parecía traspasarme y mirar dentro de mi, descubrir todos mis secretos más ocultos y de una nitidez que contrastaba con la imagen difusa que reflejaba el resto de su cuerpo. Grité asustada y me refugié bajo las sábanas.
A la mañana siguiente desperté exhausta. Recordé la pesadilla que había tenido la noche anterior y no le di más importancia.
Me deslicé fuera de la cama, me vestí, desayuné algo ligero y me dirigí al trabajo. Pasó la mañana sin  volver a recordar aquella extraña pesadilla.
Sonó el teléfono. era Sara que me proponía que almorzáramos juntas y, como siempre, comenzó a contarme algunos cotilleo y otras cosas sin importancia. Yo la escuchaba como siempre, sin poner mucha atención mientras que, distraída, hacía garabatos sobre un papel. Cuando terminamos la conversación y colgué el teléfono, volví a mi tarea y fijé la vista sobre mi escritorio, entonces la sangre se me heló. Allí, en el papel que había garabateado mientras hablaba, había dibujado aquellos ojos extraños, que me miraban desde el sillón de mi cuarto la noche anterior.

Mari Carmen Fernández González                     19 - 8 - 2020



miércoles, 29 de julio de 2020

EL KIMONO ROJO

Li Ying estaba radiante. Se acercaba el día de su boda . Ya solo faltaba un mes para que este acontecimiento llegase, y ella no podría estar más feliz.
Sintió como se abría la puerta de su cuarto y en el umbral  apareció su madre con algo en sus manos. Era una caja de cedro con incrustraciones de nácar, de un tamaño mediano. La depositó en el suelo y le dijo que la abriese. Li ying así lo hizo y dentro encontró algo que le sorprendió muchísimo; era un fardo de seda roja que, al desplegarlo, se convirtió en un maravilloso kimono,  de una calidad y exquisitez maravillosa.
- Esta es nuestra reliquia familiar más valiosa y preciada - le dijo su madre - Con este kimono han contraído matrimonio todas las mujeres de nuestra familia, pasando de una a otra a través de generaciones. Ahora te toca a ti llevarlo.
Li Yung no supo que decir. Estaba muy sorprendida, pues hasta ahora no había tenido noticia de la existencia de aquel kimono, ni siquiera de la tradición familiar a la que estaba ligado.
Su madre recogió el kimono de las manos de Li Ying  y lo devolvió, cuidadosamente doblado, a su caja.
Fueron pasando los días y Li Ying solo pensaba en la ceremonia de su boda. Se imaginaba toda la aldea engalanada, como ocurría cada vez que se celebraba un acontecimiento de esa índole, a sus amigos, parientes y vecinos acompañándola y, sobre todo, a su prometido junto a ella, ataviada con su flamante kimono de seda roja. Pero este sueño duró poco. Varios jinetes llegaron a la aldea. Eran king Yu junto a sus hombres. Habían llegado como siempre para robar y saquear todo lo que encontraran a su paso, sobre todo en aquellas aldeas donde sabían que solo encontrarían aldeanos poco versados en el arte de la guerra,  que no opondrían resistencia alguna y donde les seria fácil el pillaje y el saqueo. Llegaron arrasando con todo y llevándose todo lo que creían que tenía algún valor además de víveres, sin ningún respeto por los aldeanos que allí vivían.  
Entraron en sus casas, destrozaron lo que consideraban de poco valor, buscando tesoros que nunca encontraban, ya que aquellos aldeanos eran agricultores pobres.
Kin Yu entró en la casa de la familia Li y encontró pocas cosas de valor . Frustrado, se dirigió al fondo de la casa y abrió la puerta de lo que parecía el aposento privado de uno de sus miembros . No había nada de especial valor excepto una caja de madera noble ricamente tallada y con incrustaciones 
de nácar. Esto llamó su atención. Se acercó a ella y paseó sus dedos suavemente por su tapa y la abrió.
Lo que encontró en ella lo dejo maravillado. Dentro había un kimono de seda roja. 
El tejido era suave al tacto y de una calidad superior. Además, estaba adornado con una serie de bordados de una exquisitez absoluta. Dándose cuenta de que había encontrado un tesoro de gran valor, lo devolvió a la caja con gran cuidado.
Li Yung y su madre vieron con horror como King Yu salía de la habitación con la caja de cedro bajo el brazo y que, con una mirada de desprecio y superioridad, se marchaba, llevando con él el kimono.
Ambas miraron al suelo y cayeron de rodillas llorando mientras el bandido montaba en su caballo y se marchaba con su preciada reliquia sobre su grupa.
Li Ying estaba desilusionada y triste. Su madre había caído en un estado de desesperación y tristeza enorme, tras la pérdida de aquel kimono. Pensaba que debía de haberlo cuidado y defendido con su vida, si hubiese sido necesario y aunque sabía que con ello solo hubiera conseguido su muerte, el dolor y el remordimiento la atenazaban cruelmente. Su hija ya no podría desposarse con aquel kimono y por ello no tendría la protección de sus antepasados que le permitiría tener un matrimonio próspero y feliz.
Li Ying no podía ver a su madre tan abatida. se dirigió hacia el hogar de sus antepasados y se arrodilló suplicante frente a ellos. Pidió perdón por no haber protegido aquel kimono que se había convertido en una reliquia familiar y haber permitido que fuera profanado por las manos de aquel bárbaro sin haber hecho nada por evitarlo. Lloró amargamente ante ellos, demostrando así que su arrepentimiento era sincero.
Aquella noche Li Ying tuvo un sueño muy agitado. Soñó que la puerta de su dormitorio se abría y que, a través de ella cruzaba una mujer. Su aspecto era borroso y sus ropas eran antiguas aunque bien conservadas. Parecía que, mas que andar flotase sobre el suelo. En sus manos llevaba algo brillante que depositó sobre el suelo junto a su estera y desapareció a través de la puerta de la misma forma que había llegado. A la mañana siguiente Li Ying  despertó recordando el extraño sueño que había tenido aquella noche. Al levantarse vio algo que la dejó totalmente sorprendida y sin aliento, pues pudo ver que junto a su cama se encontraba el kimono rojo.


Mari Carmen Fernández González      29 - 7 - 2020


domingo, 12 de julio de 2020

ISABEL

Miraba como, con aire indolente y tranquilo, leía una nota que sujetaba entre sus manos y no podía apartar sus ojos de ella.
Isabel era una joven bella y despreocupada, que viva junto a sus padres en el castillo que había pertenecido a su familia desde que ella recordara y ahora, paseaba por el claustro que rodeaba el jardín, lentamente recreándose en la lectura.
Desde el extremo opuesto de la galería, Galván la miraba con ojos de enamorado. La amaba desde que la vio por primera vez en el salón del castillo, sentada junto a sus padres, aquel día en el que llegó al castillo como trovador, para recitar sus canciones y trovas, a cambio de unas monedas, alojamiento y comida.
En ese momento, su corazón quedó cautivado por aquella joven que, inocente le miraba y escuchaba sus canciones, sin ser consciente de como su gracia y belleza hacía vibrar el corazón del joven trovador.
La miraba consciente de que su amor era imposible, pues aunque sabía que su amor era correspondido, sería imposible que este llegara a buen fin, pues su padre nunca consentiría que su hija se uniera a un trovador sin linaje y que no pertenecía a la nobleza; pero aunque sabía que su amor nunca  llegaría a nada, mientras Isabel viviese bajo el techo de sus padres, él podría verla a diario y con eso se conformaba.
Pasó el tiempo e Isabel se convirtió en una expendida mujer. Su padre la miraba con orgullo, pues se había convertido en una joven virtuosa y bien preparada para el matrimonio. Había llegado el momento de prometerla con un noble que la cuidase y le diese una buena vida y al que ella correspondería con hijos varones. Ya había elegido un un marido para ella y así se lo comunicó una tarde en el jardín donde el trovador acudía al atardecer para verla y disfrutar de su compañía.
Isabel recibió la noticia con resignación y obediencia. Acataría los deseos de su padre, pues había sido educada para ello y sabía que ese era su destino. Cuando su padre se marchó, Isabel se sentó en uno de los bancos de piedra que rodeaban el jardín y reflexionó sobre lo que le habia comentado su padre. No conocía al caballero a quien su padre había elegido como su esposo pero, aunque acataría su voluntad sin reservas, le invadió una gran tristeza, Tendría que abandonar todo lo que conocía y donde se sentía segura y amaba, su casa, su familia y amigos y sobre todo a su trovador, su amado trovador quien con sus poemas y canciones, le había robado el corazón y se había adueñado de su ser. se separaría de él para siempre aunque nunca se podría romper ese lazo invisible que los ataba.
Llegó el día que Isabel partiría para reunirse con su futuro marido. Desde las almenas del castillo Galván vió como, sobre su corcel, Isabel atravesaba eñ portón del castillo y se alejaba acompañada de  un séquito que la escoltaría durante su camino. Vió  como se alejaba y fue consciente de que esa separación sería definitiva, que su amor, en ese momento se alejaba y sintió como su corazón se rompía en mil pedazos.
Sabía que este momento llegaría pero no por sabido, el momento sería menos doloroso. Bajó la vista para no ver como su amada se perdía en el horizonte.

Mari Carmen Fernádez González              12 - 20 - 2020


lunes, 6 de julio de 2020

ALONDRA

Sentada en el alfeizar de su ventana, Alondra miraba a través de los cristales pero no tenía su vista fijada en nada en especial. Su visión se perdía sobre aquel vasto terreno, que se extendía hacia el horizonte y se perdía en él.
Escondió sus pies descalzos bajo su vestido de seda y apoyó su cabeza en el cristal. Su mente se alejó de aquel lugar y regresó tiempo atrás cuando era libre, cuando vivía con los suyos recorriendo los caminos, de pueblo en pueblo, viajando por tortuosos caminos, en destartalados carromatos de madera, para llevar un poco de alegría y diversión a las gentes de los pueblos por donde pasaban.
Alondra era gitana y como tal, llevaba la libertad en la sangre, corría por sus venas y era su razón de vivir. Ahora vivía de modo diferente por voluntad propia, pero echaba de menos viajar de pueblo en pueblo y dormir bajo las estrellas, ya que ese era el precio que tenía que pagar por haber hecho caso a sus sentimientos y seguir a su corazón cuando este salió detrás de un joven caballero del que se enamoró perdidamente.
Alondra lo dejó todo por él.Dejó su familia, su modo de vida y su libertad, siendo esto último lo que más echaba de menos.
Desde el marco de la puerta de aquella habitación ,un hombre joven la miraba atento. Tuvo que rendirse a la evidencia. Todas aquellas atenciones y regalos y, sobre todo su amor no era suficiente, Alondra se marchitaba, se ahogaba entre esas cuatro paredes pues necesitaba la libertad para vivir, para respirar.
Se acercó a la joven gitana y le acarició el rostro con su mano. Ella le devolvió la caricia, pero sin dejar de mirar a través de los cristales de su ventana, él sabía cual era la solución debía dejarla ir y con un gran dolor que le atenazaba el corazón, propuso a Alondra que volviera con los suyos.
Le dijo que la amaba muchísimo, que la amaría siempre y que su marcha le partiría el corazón, pero que un espíritu libre como el suyo no podía vivir encerrado y salió de la habitación.
Alondra sorprendida se levantó y paseó su mirada por la lujosa habitación que le había pertenecido durante meses, pero que ella nunca había sentido como parte de su mundo. Se deshizo de su elegante vestido de seda y volvió a vestirse con sus ropas burdas y coloridas. Se soltó el cabello y lo sujetó con su pañuelo de monedas, se colocó todos sus abalorios menos el collas de cuentas de su madre. Dejó este sobre la mesa, junto a una pequeña nota que decía: "Mi corazón tuyo siempre"y se marchó.
Alondra se sintió revivir cuando sus pies descalzos tocaron la hierba de nuevo . Atravesó corriendo el terreno verde que rodeaba la casa y que tantas veces había contemplado detrás de los cristales de su ventana y salió a campo abierto hacia la libertad.


Mari Carmen Fernández González  6 - 7 - 2020


lunes, 29 de junio de 2020

LA MANO INVISIBLE

El vigilante paseaba tranquilamente a través de cada una de las salas que constituían el museo. Su misión era la de vigilar que todo estuviera en orden, que se respetase la distancia que separaba cada una de las obras de arte que allí se exponían, del público que cada día pasaba para contemplarlas.
Al pasar por una de las salas, vio a una joven sentada en uno de los bancos situados en el centro de dichas salas , que miraba fijamente uno de los cuadros que allí se exponían.
No hubiera llamado su atención a no ser porque esa chica iba al museo a diario  y no era la primera vez que la veía.
Todos los días se sentaba en la misma sala y miraba el mismo cuadro durante horas. La miró fijamente y pensó - Por qué vendrá todos los días y por qué mirará ese cuadro tan fijamente durante horas.- Sin darle mayor importanci,a apartó la vista de la joven que parecía no darse cuenta de lo que ocurría a su alrededor y siguió su ronda sin volver a pensar en ella.
Rayaba el alba y ya Sabina llevaba horas en el estudio de su padre. A escondidas practicaba la actividad que le apasionaba y que no le permitían realizar por ser mujer, pintar. Furtivamente y al amparo de la noche, cogía los pinceles y las pinturas que utilizaba  su padre durante el día, mezclaba los colores y se ponía a trabajar, iluminada solo por la luz de las velas.
Estaba muy orgullosa de su último trabajo, un retrato de su madre que había realizado, basándose en los recuerdos que tenía de ella, pues esta había muerto años atrás.
Oyó ruido fuera del taller,  recogió todos los enseres a toda prisa y tapó con una tela su obra casi terminada pues, aunque su padre conocía su pequeña aventura, nadie más conocía su secreto, ni siquiera los discípulos y ayudantes de su padre, y ya podía oír como estos se acercaban al taller para reanudar su tarea diaria.
Pasaron los días y por fin la obra de Sabina quedó terminada. Era un retrato magnífico. En él se reflejaba la imagen de su madre tal y como la recordaba y de forma tan parecida, que su padre no pudo evitar emocionarse cuando vio la perfección y la maestría con la que su hija había realizado el retrato de su esposa.
Colocó el retrato de su hija en la entrada de su taller. Era un retrato sin firma, de una factura tan perfecta y delicada que todo el mundo que lo veía pensaba que lo había sido realizado por el maestro, en recuerdo de su esposa, a la que echaba tanto de menos, de ahí la perfección con la que el cuadro expresaba el alma de su esposa, tanto que parecía trascender fuera de él.
Pasaron los años y la salud del maestro se fue resintiendo hasta tal punto, que casi no podía ya mantener el taller y mucho menos tener discípulos. Su visión se había resentido tanto que ya casi le era imposible realizar su trabajo. Ya no podía aceptar casi ningún tipo de encargo y por lo tanto, su situación económica se fue resintiendo hasta llegar a una situación insostenible.
- Sabina hija, no podemos seguir así te necesito. Necesito que seas mis ojos. Necesito que tu arte sea el mío.- Y a partir de entonces, el taller del viejo pintor volvió a la vida. De él volvieron a salir obras y volvió a recibir encargos. Todos decían que en su obra se había producido una transformación a mejor, pues sus cuadros habían ganado en expresividad y calidez además que en técnica, que había mejorado si cabe. Estos elogios recibía el anciano pintor de sus clientes sin saber estos que las obras que encargaban no salían de sus manos sino de las de su hija, a la cual no se le podía dar reconocimiento ya que era una mujer y a las que él solo le ponía la firma.
Han pasado varios siglos y hoy el viejo pintor es un autor reconocido y del cual se valora mucho mas las obras de su segunda época que las anteriores y hoy, varios siglos después una joven se sienta a mirar aquellas obras como hacía antaño, desde siempre, desde que de su mano, a través del pincel las realizara y a las que tuviera que renunciar, todas menos una, aquella a la que su padre nunca quiso poner firma y que considera verdaderamente suya.

Mari Carmen Fernández González  29 - 6 - 2020



domingo, 21 de junio de 2020

ENCERRADA

Amanece un nuevo día, tan parecido al de ayer pero, a la vez tan distinto Mi asomo a la ventana y todo es igual y diferente a la vez. El sol ha salido, los árboles siguen creciendo y los pájaros levantan el vuelo como siempre, pero ahí fuera hay algo nuevo, algo oscuro y siniestro que me impide salir y me obliga a refugiarme tras los cristales de mi ventana.
El miedo me paraliza y me bloquea de tal manera, que me impide salir a respirar el aire puro que promete esta mañana tan clara y llena de sol.
No puedo moverme. siento que algo me atenaza, me ata y me impide moverme, ir hacia la puerta y salir, poner un pié fuera, sobre la hierba, sentirla bajo mis pies y sentirme libre, pero eso no es posible, este miedo cruel y autoritario me lo impide, congela mis sentidos y me hace sentir encerrada en una jaula de la que me es imposible escapar.
Estoy atada por el miedo. Es una sensación extraña ,pues me siento prisionera y libre a la vez, soy libre de salir, moverme y vivir, pero hoy eso me parece imposible.
Estoy encerrada, presa en mi jaula de oro, tras esta pared de cristal que me permite el conocimiento pero me prohíbe el contacto y el calor humano. Desde esta celda invisible, sueño con el día que sus barrotes caigan y pueda ser libre de nuevo.

Mari Carmen Fernández González  21 - 6 - 2020



viernes, 19 de junio de 2020

ADIOS A CARLOS RUÍZ ZAFÓN

Hoy es un día triste para la literatura española y para la literatura internacional. Ha muerto Carlos Ruiz Zafon un autor importantísimo para la literatura española, tras luchar contra la enfermedad.
Sus libros, desde " La sombra del viento" hasta su último título publicado "el príncipe de Parnaso"
aparecen en la lista de los mas vendidos, llegando al punto de haber dicho su editor de él que "ha sido el segundo escritor español más leído después de Miguel de Cervantes".
Hoy el "Cementerio de los libros Olvidados" ha cerrado sus puertas en señal de duelo por el autor que le dio vida y que lo situó en el corazón de esa Barcelona de la posguerra. Descanse en paz.



miércoles, 17 de junio de 2020

IGLESIA SE SAN AGUSTÍN

Forma parte del antiguo convento de San Agustín del que hoy se conserva únicamente el claustro. Está situado en la calle de San Francisco. Las obras comenzaron en 1617 y trerminaron treinta años después.
El templo está compuesto por tres naves, con un amplio crucero cubierto por una cúpula sobre pechinas. Cuenta con una serie de capillas adosadas, dedicadas a diferentes familias de importantes comerciantes gaditanos.
En el exterior, destaca su portada de mármol, realizada en 1647, de estilo manierista, con dos . cuerpos. En el inferior aparece una amplia puerta adintelada, flanqueada por parejas de pilastras cajeadas sobre un pedestal único y que soportan un entablamento corrido, que sirve de arranque para el segundo cuerpo.
El segundo cuerpo lo forma un frontón curvo partido, en cuyo centro se alza un pequeño retablo centrado, donde aparece la imagen del titular, situado en una hornacina avenerada, es decir, con forma de concha.
En el interior, cuenta con un Retablo Mayor, de estilo Neoclásico, del arquitecto Pedro Ángel Albizu, con imágenes del S XVII y pinturas de Domingo Álvarez Enciso.
Recoge también una importantísima colección de imágenes procesionales como el Cristo de la Buena Muerte, atribuido a Martinez Montañés y el cristo de La Humildad y Paciencia de Jacinto Pimentel.
Perteneciente al antiguo convento contiguo a la iglesia, hoy se conserva el claustro, que presenta características similares a la iglesia. Con  cuatro pórticos con columnas de mármol de orden toscano, con cuerpos superiores de huecos adintelados a modo de balcones.



martes, 16 de junio de 2020

CASA PALACIO DE SAN AGUSTÍN

Construida hacia 1860, esta construcción de estilo isabelino, está ubicada en la plaza de San Agustín, frente a la iglesia del mismo nombre en Cádiz. El solar donde se ubica el palacio, fué vendido por los monjes franciscanos a un rico comerciante, caballero de la Orden de Carlos III, que realiza la construcción del palacio sobre una antigua edificación anterior del S XVII.
La obra fue proyectada por el arquitecto D. Manuel Heredia Tejada y se considera una construcción de gran valor arquitectónico, tanto en su fachada como en  su patio interior.