Este edificio tiene como singularidad especial la de ofrecer una torre en cada esquina. Las cuatro fachadas se levantan a partir de una sola planta rectangular con características idénticas con la intención de aparecer como un conjunto unitario, decorada con gran sobriedad a recepción de una serie de pilastras con superposición de órdenes que se corresponde con cada una de las torres.
En cada uno de sus ángulos, se levantan las torres miradores, con motivos decorativos de gran belleza a base de dibujos de lacería en almagra roja.
El 2 de abril de 1976 fue declarada bien de interés cultural.
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