Encendió una vela, pues la noche era muy oscura y en aquel viejo caserón no había luz eléctrica. Un ruido le había despertado, quizás fuera el crujir de las viejas vigas o algún otro ruido propio de aquella añosa construcción pero no lo parecía..El ruido había sido semejante al de una puerta al cerrarse, seguido de pasos rápidos y ligeros, como los de un niño pequeño, pero eso era imposible, la casa había estado vacía desde hacía décadas hasta que, unos días atrás, la joven decidió vivir en ella tras recibirla en herencia de un familiar lejano. Salió al corredor y escuchó atentamente. Un sonido amortiguado, como de risas venía del piso de arriba. Subió sigilosamente la escalera intentando no hacer ruido, para no alertar al posible intruso. Al llegar al rellano, se detuvo ante la puerta de la que parecía provenir ese sonido.
Con manos temblorosas, asió el pomo de la puerta, lo giró y la abrió. Era una antigua habitación de juegos, llena de juguetes antiguos y polvo, pero allí había algo más. Delante de la ventana, se recortaba la figura de una niña pequeña, vestida con ropas antiguas y con el cabello peinado con bucles y tirabuzones, pero lo más sorprendente era su piel casi traslúcida, lo que le daba un aspecto irreal.
Cuando vio a la joven le sonrió y, dirigiéndose a ella le preguntó:
¿Quieres jugar conmigo?
Mari Carmen Fernández González 13-6-2014
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