Dejó la pluma sobre la mesa y se recostó contra el respaldo de la silla.El ruido de la calle se filtraba a través de la ventana cerrada y era tan fuerte que le impedía concentrarse. Decidió dejar su trabajo por esa noche y salir a la calle para despejarse aunque estaba seguro de que no lo conseguiría pues era noche de carnaval y todo el mundo estaba festejando y preparándose para el principio de la Cuaresma.
Salió a la calle y el bullicio y la alegría de esa noche lo envolvió rápidamente. Comenzó a caminar entre la gente que reía y bailaba protegidos por el anonimato que le ofrecía la máscara sin poner demasiada atención en ninguna, pero de repente hubo algo que llamó vivamente su atención.
Protegidos tras una máscara, vio unos ojos verdes que le impresionaron de tal forma que le fue imposible apartar su vista de ellos. Eran los ojos de una mujer, estaba seguro pues, aunque iba cubierta por una máscara y una capa, sus movimientos y forma la delataban. De pronto esos ojos le miraron y viéndose descubierta, la joven huyó, escabulléndose entre la multitud. Quiso seguirla pero el gran número de máscaras que inundaban las calles se lo impidió. Desilusionado volvió a su casa pero su mente bullía ¿quien sería aquella joven ? tenía que saberlo.
Durante días intentó descubrir quien era la joven que se escondía tras aquella máscara. Indagó y preguntó a todo aquél que pudiera darle alguna información, aunque siempre si éxito. Desilusionado desistió de seguir con sus pesquisas, pues sabia que,con tan pocos datos sería como buscar una aguja en un pajar, aunque sabía que nunca olvidaría aquellos ojos que brillaban tras aquella máscara.
No podía olvidarla. Cada vez que salía a la calle, fuese cual fuese su destino, terminaba recorriendo la misma calle donde la había visto, quizás con la vana esperanza de volver a verla, pero eso nunca ocurría.
Un día iba caminado distraído y con algo de prisa cuando, al doblar una esquina tropezó con alguien. Se dio cuenta de que era una mujer y cuando iba a ofrecerle una disculpa rápida, la mujer levantó la vista y le miró. Era imposible, bajo el sombrero de la mujer descubrió sus ojos. Eran los mismos ojos que le habían traspasado a través de la máscara de carnaval.Por fin la había encontrado. Se quedo paralizado y sin saber que decir. La joven le sonrió y le ofreció su mano, la cogió entre las suyas y la besó pues la sorpresa le impedía hacer nada más.
Mari Carmen Fernández González 11 - 2 - 2016